Adicción al porno gay
Un exceso de dopamina dispuesto a interferir en todas las áreas de tu vida
La adicción al porno se define como el consumo compulsivo y continuado de material pornográfico que afecta negativamente a la vida de una persona, interfiriendo en su vida personal, social, familiar e incluso, laboral.
Esta necesidad de acceder a contenidos sexuales explícitos va mucho más allá de un simple entretenimiento, sino que genera una dependencia psicológica y biológica que altera el funcionamiento normal del cerebro y de la vida diaria de la persona.
Recuerda que “no todas las personas que consumen porno desarrollan una adicción, y su consumo ocasional no es necesariamente perjudicial”
Cuando una persona ve porno, el cerebro genera dopamina, la “hormona de la felicidad”, un neurotransmisor asociado con el placer y la recompensa que se libera en situaciones placenteras, como comer o tener relaciones sexuales.
Así, con el consumo continuado y compulsivo de porno, y con la exposición repetida a altos niveles de dopamina, el sistema de recompensa se sobreestimula y genera un mensaje para que repitamos esa conducta una y otra vez, provocando la necesidad de sentir esa estimulación y desarrollando una adicción.
Con el consumo repetido, el cerebro se sensibiliza a la pornografía, lo que significa que la persona puede volverse más sensible a los estímulos sexuales, incluso a los más leves. Esto puede llevar a un mayor deseo de consumir porno con más frecuencia.
A medida que el cerebro se acostumbra a niveles elevados de dopamina, necesita mayores dosis de estimulación para alcanzar el mismo nivel de satisfacción. Esto puede llevar a buscar pornografía más extrema o novedosa, ya que el contenido «normal» puede dejar de ser satisfactorio.
Si has descubierto tu identidad u orientación en un entorno con dificultades para aceptarlo o comprenderlo, es posible que hayas usado el porno como una forma de explorar tu sexualidad, ofreciéndote una ventana para ver representaciones de prácticas sexuales que no encontrabas fácilmente en tu entorno cotidiano.
La homofobia, transfobia o bifobia internalizadas pueden provocar experiencias de vergüenza o culpa en torno a tus deseos sexuales o identidad. Este malestar emocional puede llevar a recurrir al porno como una forma de compensar o escapar de esos sentimientos, haciendo que el consumo se vuelva compulsivo.
Generalmente, las personas LGTBI+ no encontramos modelos de relaciones saludables y sexo positivo en los medios de comunicación convencionales, generando un mayor uso del porno como forma de obtener información o representación, aunque el contenido sea distorsionado o no represente relaciones realistas o saludables.
El sentimiento de rechazo debido a la orientación sexual o identidad de género puede generar un gran aislamiento emocional y social, recurriendo al porno como una forma de compensar la soledad o la falta de conexión emocional.
Algunas personas LGTBI+ pueden sentir miedo o ansiedad sobre las relaciones sexuales o románticas, especialmente si enfrentaron rechazo o prejuicio en el pasado. La pornografía puede ser un sustituto temporal de la intimidad real o una manera de evitar la vulnerabilidad emocional que conlleva estar en una relación.
Experimentar discriminación, acoso o rechazo por la orientación sexual o identidad de género puede generar estrés crónico, lo que puede llevar a mecanismos de afrontamiento poco saludables, como el consumo excesivo de pornografía para aliviar el malestar emocional.
La falta de apoyo o respuestas en tu entorno pueden provocar recurrir al porno en edades muy tempranas, convirtiéndose en una de las pocas fuentes accesibles para aprender sobre la orientación o identidad, especialmente en les más jóvenes, lo que genera mayores hábitos de consumo problemáticos a largo plazo.
Gran parte de la pornografía dirigida al colectivo refuerza estereotipos y fetichiza la identidad LGTBI, lo que puede acarrear un consumo compulsivo de porno buscando validación a través de dichos roles. Además, muchas personas pueden sentirse atraídas por dinámicas de poder y roles rígidos que se perpetúan en el porno, distorsionando la percepción de relaciones sexuales saludables.
Recuerda que estos factores no afectan a todas las personas LGTBI por igual, y el consumo de pornografía no siempre lleva a una adicción o comportamiento problemático.
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